Recién terminé la segunda temporada de Severance, una serie visualmente deslumbrante, dirigida por Ben Stiller y creada por Dan Erickson, disponible en Apple TV. No voy a hablar de la historia (sin spoilers, lo prometo), aunque vale muchísimo la pena verla. Lo que me interesa es otra cosa: el impacto del diseño en la narrativa. En particular, cómo la arquitectura y el diseño industrial se convierten en herramientas emocionales y psicológicas que le dan forma al mundo y al tono de la serie.
Severance construye un universo que mezcla el modernismo de mediados del siglo XX, la estética corporativa brutalista y elementos tecnológicos retro-futuristas. Es un entorno familiar e inquietante a la vez. Todo está cuidado: la arquitectura, el mobiliario, los objetos, los materiales. Cada elemento refuerza la identidad de Lumon Industries, la empresa ficticia donde se desarrolla gran parte de la historia. El resultado es un espacio que se siente retro, minimalista, alienígena y, al mismo tiempo, profundamente corporativo.
Este diseño escenográfico no está puesto solo para que “se vea bien”. Es un motor narrativo. El minimalismo transmite control. La falta de ventanas, la iluminación artificial, los pasillos interminables: todo genera claustrofobia, desorientación, una sensación de que el tiempo no pasa. La estética precisa y contenida genera paranoia, vigilancia, sumisión. Es diseño emocional en estado puro.
Arquitectura brutalista como lenguaje narrativo
Empecemos por la arquitectura de Lumon Industries. La serie utilizó el complejo Bell Labs Holmdel, en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde funcionó durante 44 años un centro de investigación y desarrollo. Este edificio, diseñado en 1962 por el arquitecto finlandés Eero Saarinen, es un ícono del modernismo de mediados del siglo pasado. Su simetría, sus curvas controladas y su uniformidad fría son ideales para reflejar un entorno que reprime más de lo que revela.
Además, a lo largo de la serie se muestran otras casas emblemáticas de esta corriente arquitectónica, como la casa Gerald Luss (1955) y la casa Bier (1949). Aunque algunas integran madera y materiales orgánicos, siguen proyectando una sensación más cercana al mundo corporativo que al doméstico.
El diseño escenográfico aquí no solo ambienta: crea emociones. El espacio no es neutro. Es un agente narrativo.
Objetos con historia: el diseño industrial como símbolo
Más allá de los edificios, lo que me resultó fascinante fue el diseño industrial de los objetos dentro de Lumon. El equipo de arte, liderado por Jeremy Hindle, recurrió a piezas diseñadas por Dieter Rams, referente clave en las décadas de los 50 y 60. Rams es reconocido por su estilo limpio y funcional, y en Severance, su legado refuerza la estética retro, controlada y racional que impregna cada rincón.
Entre los objetos destacados están el sillón 620, el televisor Braun FS-80, el sistema de sonido Braun Wandalage, la lámpara HUV 1 Cosmolux y el escritorio RZ-57. También hay piezas como la poltrona Fardos de Ricardo Fasanello y la Chaise Universale de Joe Colombo, que refuerzan esa atmósfera cuidadosamente construida.
Cada objeto tiene un propósito y carga emocional. Transmiten vigilancia, orden, rigidez. Es una forma de diseño emocional aplicada a lo escenográfico.
El diseño como provocador de emociones
Podría seguir hablando del uso del color, la tipografía, el vestuario, o el arte como propaganda dentro de la serie. Pero lo importante es esto: Severance nos recuerda que el diseño no solo resuelve necesidades funcionales. También puede generar ambientes, apoyar narrativas y evocar emociones profundas.
Y eso es algo valioso no solo en el cine y la televisión, sino también en nuestra vida cotidiana. El diseño de espacios de trabajo, de tiendas, de servicios, incluso de plataformas digitales, puede influir en cómo nos sentimos, actuamos o recordamos.
¿Qué historia cuentan tus espacios y servicios?
Severance nos recuerda que el diseño no solo resuelve una función. Puede crear atmósferas, contar historias y provocar emociones profundas. Y eso es tan valioso en el cine como en el mundo real.
¿Qué emociones y experiencias quieres generar con tus productos y espacios? El diseño escenográfico y emocional no es solo cosa del cine: es una herramienta poderosa para conectar con las personas.
En Blaster trabajamos con ese mismo enfoque: diseñamos desde la emoción y la experiencia. Escríbenos si quieres crear espacios o servicios que cuenten historias.